Crítica: Las ventajas de ser un marginado

No tenía pensado que mi siguiente entrada fuese otra crítica, pero creo que esta película merece mucho más que estas meras líneas que yo escribo aún con un barullo de sentimientos despertados. Me gustaría contribuir con ellas a conseguir despertar, al menos, la curiosidad de otro espectador por una cinta que podría convertirse en todo un referente.

Injusta me parece la poca promoción que ha recibido la opera prima de Stephen Chbosky, que adapta su propia novela en una película completa, muy inteligentemente llevada a la pantalla, en un producto mal  publicitado a un público juvenil, cuando se trata en realidad de una PELÍCULA con mayúsculas que trata temas tan delicados como los problemas mentales de un adolescente traumatizado por su pasado y su impedimento de seguir adelante mientras todos a su alrededor continúan con sus vidas.

El guión es fuerte y extremadamente sólido, con giros muy marcados y cortes radicales que consiguen impactar en un espectador que será llevado desde la comedia más pura hasta momentos de tensión dramática tan tensos como inesperados, en una obra llena de símbolos poéticos y un fuerte respeto por las maneras clásicas de contar historias.

Cabe destacar lo espectacularmente creíble que se muestra el total del elenco en sí, casi en su totalidad formado por actores de menos de 25 años, en roles muy diferentes a los que nos tienen acostumbrados, trabajando de manera naturalmente sobria y dando vida a unos personajes tan complejos e identificables que nos resultará difícil no empatizar con ellos.

Pocas películas en mi breve vida me han impactado tanto como Las ventajas de ser un marginado, que merece un hueco para jugar con los mayores, en vez de ser relegada a un segundo plano injustificable viendo la calidad del cine de hoy en día.