¿Por qué sigo viendo The Walking Dead?

Es una pregunta que me hago cada vez que termino de ver un capítulo de la serie de zombis, o que era de zombis, que tanto éxito tiene pero que me sigue decepcionando capítulo tras capítulo.

Tras una primera temporada más que aceptable, AMC, la productora encargada de la serie, tomó la errónea decisión de cortar a Frank Darabont, principal responsable de la conversión del cómic a serie y de la serie a éxito televisivo en prácticamente todos los países donde se estrenó. Y ahí empezó la caída libre.

La segunda temporada, lejos de estar a la altura de la primera, se convirtió en un subproducto mediocre tirando a malo con un desarrollo lento y tedioso en el que no nos contaron prácticamente nada entre el segundo y el penúltimo capítulo en el que se condensó toda la acción de las tramas. Sin embargo, el final de la temporada y el cambio radical de estos dos últimos episodios nos hizo pensar que las cosas cambiarían a mejor.

Esta tercera temporada tiene potencial, mucho potencial, nuevos personajes como el Gobernador o Michone con una historia que puede engancharnos, recuperación de personajes pasados que considerábamos olvidados y nuevas ambientaciones que, en principio, nos aseguraban horas de acción y conflictos a raudales.

Sin embargo parece que las promesas se han quedado en eso. En lugar de aumentar los conflictos los reducen en la medida de lo posible y les bajan la intensidad alargándolos innecesariamente, las tramas personales crecen aún más si cabe, asemejando la serie más a una telenovela diaria que a una ficción de acción semanal, las nuevas localizaciones sólo son un decorado en el que apenas se profundiza y los nuevos personajes no hacen más que rellenar un espacio que ya tiene demasiados protagonistas.

Además, ya hace mucho que nos dejaron de importar los zombis. Así que, ¿cómo se mantiene la serie? Fácil. Da la sensación de que a lo único que se han dedicado los guionistas de esta serie es a crear cliffhangers, es decir, dejar en alto los capítulos para que el espectador se pregunte qué va a ocurrir en el siguiente.

En el último capítulo antes del corte hasta febrero (temporada 3, capítulo 8), llega uno de los conflictos más esperados y, para variar, queda sin resolver, además, incorporan nuevos personajes innecesarios a la trama y fuerzan un final abierto que se sacan de la manga. Juego sucio, vamos.

Dudo que sigan manteniendo durante mucho más tiempo los buenos datos de audiencia si siguen por este camino. Les vendría bien un toque de atención para que se planteasen reconducir la serie por un camino de mayor calidad.