Crítica: Stockholm

Que el cine español no pasa por su mejor momento es algo que salta a la vista, pero esto no es suficiente para echar atrás a jóvenes talentos que consiguen sacar su obra adelante, realizando trabajos mucho más personales en los que todos los participantes están involucrados al 100%. Éste es el caso de Stockholm que, con apenas 60.000 euros de presupuesto, nos regala una obra interesante tanto en sus aspectos técnicos como creativos.

Con una premisa sencilla – chico quiere ligarse a chica una noche cualquiera -, desarrolla una historia con momentos excelsos en un gran segundo acto que da la vuelta a todos los tópicos de este tipo de historias y marca una impronta personal en el guión.

El apartado visual es muy atractivo, sin innovar en exceso, presenta una fotografía muy limpia y contrastada, con una labor que no da sensación de bajo presupuesto en ningún momento.

Un secuestro

Si algo hay que remarcar es la labor de los actores. El desarrollo de los personajes por parte de una espléndida Aura Garrido y de un bien entonado Javier Pereira que encajan a la perfección bajo la batuta de Rodrigo Sorogoyen. 

Si algo hay que poner en contra de Stockholm son su larguísima presentación y su arbitrariedad con respecto al comportamiento de los personajes, que cambian muy bruscamente al final de la película, con una resolución un tanto forzada que no acaba de encajar con el tono del resto del metraje.

Si os animáis a acercaros a las salas a ver esta película (por desgracia no ha tenido una distribución muy grande, apenas 15 copias), quizás tengáis la suerte de encontrar uno de los cines en los que, como promoción, proyectan la película por sólo 5 euros la entrada.

Nota: 7/10